Los presidentes de México y Estados Unidos acordaron que, para reducir la violencia en el territorio nacional y frenar el flujo de fentanilo al vecino país del norte, el Gobierno mexicano aplicará un Código Negro contra el Cártel Jalisco Nueva Generación. Éste empleará elementos de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina entre octubre y noviembre, y tendrá como objetivo desmantelar totalmente al grupo criminal.
Ciudad de México, 12 de octubre.- Clasificado por los órganos de seguridad nacional y las Fuerzas Armadas de México y de Estados Unidos como la segunda organización criminal más poderosa en el país, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) está en la mira de ambos gobiernos. Liderado por el narcotraficante Nemesio Oseguera Cervantes, alias “Mencho”, “Gallero” y “Señor de los Gallos”, este grupo criminal se ha caracterizado por su capacidad organizativa para el tráfico de drogas, asesinatos, secuestros y robo de combustibles, además de que es considerado extremadamente violento y una seria amenaza para el Estado mexicano.
Con ese antecedente, los presidentes de México y de Estados Unidos, Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, han dialogado sobre las causas y los efectos de las operaciones del crimen organizado en los dos países, por lo que el Gobierno mexicano decidió aplicar un Código Negro para el norte del país –entre octubre y noviembre– en donde se buscará, con el apoyo del Gobierno estadounidense, desmantelar a dicho cártel que tiene su centros de operación en Jalisco y Nayarit, concretamente en Guadalajara y Bahía de Banderas como zonas protegidas.
El propósito del Código Negro es que la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina participen en esta operación no sólo para lograr la captura del líder Nemesio Osegera, sino para desarticular al CJNG, mismo que fue tolerado en los gobiernos del panista Felipe Calderón Hinojosa y del priísta Enrique Peña Nieto.
En la conversación sobre este tema de enfrentar al crimen organizado, principalmente al CJNG, que tuvieron en días anteriores los presidentes López Obrador y Biden, el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, empezó a negociar con funcionarios estadunidenses el tema del tráfico de armas a México, pues mientras esto no lo frene el país vecino, el poder bélico de los cárteles de la droga seguirá en aumento.
La relación entre ambos países es tan estrecha y de respeto, que por ejemplo antes de la reunión cumbre de la Celac, el Presidente Biden estaba informado de que vendrían a México los presidentes de Cuba, Díaz Canel, y Venezuela, Nicolás Maduro, como parte del proyecto para hacer más productiva la región de Centroamérica y El Caribe, principalmente, a fin de frenar la migración mediante la generación de empleos en los países de origen.
Esta no será la primera vez que el Gobierno federal actúa contra el CJNG: el 2 de junio de 2020, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) ejecutó el operativo Agave Azul, mediante el cual bloqueó cuentas de mil 770 personas físicas, 167 empresas y dos fideicomisos ligados a ese cártel, a solicitud de Estados Unidos. Es decir, este grupo criminal siempre ha estado en la mira del Gobierno estadunidense.
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por su sigla en inglés) considera al Cártel del Mencho como una de las más poderosas organizaciones y de más rápido crecimiento en México y Estados Unidos. En el informe 2019 National Drug Threat Assessment –desclasificado por la DEA a inicios de 2020– refiere que este grupo contrabandea drogas ilícitas en Estados Unidos, accediendo a varios corredores de tráfico, como Tijuana, Juárez y Nuevo Laredo.
Además de su rápida expansión en actividades de narcotráfico, la DEA señala que este cártel “se caracteriza por la disposición a participar en confrontaciones violentas con el gobierno mexicano, fuerzas de seguridad y cárteles rivales”.
Como la mayoría de los principales grupos criminales mexicanos, el CJNG es una organización que fabrica y distribuye grandes cantidades de metanfetamina, cocaína, heroína y fentanilo. Y tiene presencia en al menos 24 de los 32 estados mexicanos.
En Estados Unidos, esta organización criminal distribuye drogas en Los Ángeles, Nueva York, Chicago y Atlanta, en donde ha provocado la muerte de miles de estadunidenses consumidores.
En el reporte 2019 National Drug Threat Assessment, la DEA advierte que el Cártel Jalisco Nueva Generación es la segunda organización con más influencia en el país vecino, apenas por debajo del Cártel de Sinaloa y con actividades dispersas en el territorio estadunidense, con mayores concentraciones en zonas con grandes mercados de heroína.
Tanto Sinaloa como el CJNG controlan el corredor de tráfico ilegal Tijuana-San Diego; en Miami son, además de esos dos, los resabios del cártel de los Beltrán Leyva, los tres grupos que transportan y distribuyen grandes cantidades de cocaína, metanfetamina, heroína y fentanilo.
En Michigan y Ohio, son los grupos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación los cárteles que suministran a pandillas violentas cocaína, heroína y metanfetamina, con mayor frecuencia por correo, tractocamiones y automóviles camuflados.
Estos cárteles están fuertemente armados, son violentos y generalmente trafican varias drogas como marihuana, cocaína, heroína, fentanilo y medicamentos recetados.
Esas pandillas locales a las que se han aliado están desestructurados, desorganizados y no afiliados con pandillas regionales o nacionales como MS-13, Bloods o Crips.
Para la DEA, los cárteles mexicanos siguen siendo la mayor amenaza criminal en materia de drogas que enfrenta Estados Unidos, pues ningún otro grupo de otra nacionalidad está posicionado actualmente para desafiarlos.
Al respecto, esa agencia antidrogas estadounidense explica que “el Cártel de Sinaloa mantiene la huella más expansiva en Estados Unidos, mientras que el Cártel Jalisco Nueva Generación se ha convertido en la segunda presencia doméstica más dominante en los últimos años. Aunque los asesinatos relacionados con las drogas en México continúan alcanzando proporciones epidémicas, los miembros mexicanos de los cárteles en Estados Unidos aún se abstienen de los conflictos internos entre cárteles, lo que todavía resulta en una violencia indirecta mínima en Estados Unidos”.
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