Solo el 22% de la población está vacunada en el país, que mantiene cerradas las fronteras
El éxito de Nueva Zelanda en la lucha contra la covid-19 se ha visto interrumpido este martes por la tarde con la detección del primer caso de transmisión comunitaria desde febrero. Un hombre de 58 años ha dado positivo en la ciudad de Auckland, la más grande del país, y ha hecho saltar todas las alarmas. En sólo unas horas la primera ministra Jacinda Ardern ha comparecido ante el país para anunciar el confinamiento domiciliario inmediato de toda la población, que se aplicará como mínimo durante tres días en todo el país, siete en el caso de la región de Auckland. El ejecutivo neozelandés asume que se trata de la variante delta de la covid-19, aunque los resultados de los análisis genéticos del virus no se conocerán hasta el miércoles. “Atacar rápido y con dureza nos ha funcionado en el pasado”, ha dicho Ardern ante los medios de comunicación. “Para vencer a la variante delta tenemos que luchar aún más fuerte”, ha añadido.
Poco después de la comparecencia de prensa, todos los teléfonos móviles del país han emitido a máximo volumen la señal de alarma enviada por el Servicio de Emergencia Nacional, el mismo sistema que se activa en caso de terremotos o tsunamis, con el siguiente mensaje: “Se ha identificado un caso comunitario de covid-19. Quédate en casa y sigue las directrices del nivel de Alerta 4. Así podremos parar el avance de la covid-19 y salvar vidas”. El nivel de Alerta 4 (el máximo en la lucha contra el virus) significa que solo los servicios esenciales pueden permanecer abiertos y los ciudadanos deben quedarse en casa y limitar el contacto a los miembros de su hogar. Solo pueden salir para compras esenciales y para hacer ejercicio, siempre y cuando se lleve mascarilla.
Jacinda Ardern ya había advertido a los neozelandeses que tomaría medidas rápidas y estrictas si se detectaba la llegada de la variante delta a Nueva Zelanda. Las fronteras del país están cerradas desde marzo del 2020 y el ejecutivo ha declarado su intención de mantenerlas blindadas como mínimo hasta principios del 2022. Aunque los medios de comunicación han acuñado el apodo de “Fortaleza Nueva Zelanda” para describir la situación del país, la mayoría de la población apoya las decisiones de la primera ministra, pues han conseguido mantener la covid fuera del territorio. La pandemia sólo ha causado 26 muertes en un país de casi cinco millones de habitantes.
Ardern no solo se juega su notable prestigio político si la variante delta se dispersa por el país. El programa de vacunación en Nueva Zelanda empezó mucho más tarde que en Europa por el retraso en la llegada de la vacuna Pfizer, la única que se ha distribuido hasta este momento. La población general no se empezó a inmunizar hasta el mes de mayo, por lo que sólo el 22% de los neozelandeses ha recibido las dos dosis de la vacuna. Precisamente la semana pasada la primera ministra anunciaba la aceleración del calendario de inmunización ante el avance del virus en Australia. La detección de un posible caso de la variante delta ha encendido a la oposición, que desde hace meses acusa el Gobierno de poner en peligro a los neozelandeses con la lentitud e ineficacia de su programa de vacunación
No es la primera vez que Jacinda Ardern decreta un confinamiento “exprés” ante la detección de unos pocos casos de la enfermedad. Pero esta vez la maquinaria para aplastar el virus se ha puesto en marcha mucho más deprisa y con más contundencia. El Gobierno laborista ha tomado esta decisión porque si se confirma lo peor, Nueva Zelanda dejará de contarse entre los pocos refugios en el mundo que se consideran libres de la variante delta de la covid. Hasta hace muy poco también lo era la vecina Australia, pero a principios de junio se terminó su buena racha con la aparición del primer caso Delta en la comunidad. Los confinamientos y restricciones no han impedido el avance de esta cepa tan altamente infecciosa en este país.
Este 2021 ha habido tres confinamientos “exprés” en Nueva Zelanda. Todos han acabado con final feliz y la imagen de Jacinda Ardern venciendo, una y otra vez, a la pandemia. La primera ministra ha preparado toda la artillería a su disposición para aplastar la variante delta, pues es plenamente consciente que, si se descontrola, el virus tiene la capacidad de saturar el sistema sanitario del país y sobre todo su limitada capacidad de medicina intensiva, con sólo 5,5 unidades de cuidados intensivos por cada 100.000 habitantes.
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